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Diagnóstico de la cervicalgia: cómo se detecta y por qué es clave para tratarla bien
El diagnóstico de la cervicalgia es el primer paso para tratar adecuadamente esta dolencia tan común. No se trata solo de identificar la presencia de dolor en la zona cervical, sino de comprender su causa real, ya que no todos los dolores de cuello tienen el mismo origen. Algunos casos derivan de problemas musculares por malas posturas, otros de alteraciones articulares, hernias discales, o incluso de disfunciones viscerales que generan tensión reflejada en la musculatura. En esta sección abordamos cómo se realiza un buen diagnóstico clínico, qué pruebas de imagen pueden ser necesarias, qué otras patologías pueden confundirse con cervicalgia, y cómo el enfoque integrativo ayuda a detectar causas menos evidentes, como el estrés o la disfunción orgánica. Comprender el origen del dolor es la base de todo tratamiento eficaz.

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Evaluación clínica en el diagnóstico del dolor cervical
La evaluación clínica es el primer paso para diagnosticar correctamente una cervicalgia. Incluye una entrevista detallada con el paciente (anamnesis) donde se recogen datos como el tipo de dolor, su localización, duración, si aparece en reposo o con movimiento, y si irradia hacia otras zonas como los hombros, la cabeza o los brazos. El profesional realiza también una exploración física: se valora la movilidad del cuello, la presencia de puntos gatillo, contracturas musculares, alteraciones posturales y se aplican pruebas funcionales para detectar signos de compresión radicular. Esta primera parte es esencial para orientar el diagnóstico hacia una causa muscular, articular o neurológica. Además, permite identificar signos de alerta que requieran estudios complementarios para descartar patologías más serias.
Pruebas de imagen necesarias para confirmar el diagnóstico de la cervicalgia
En algunos casos, para confirmar el diagnóstico de la cervicalgia y descartar lesiones más graves, es necesario recurrir a pruebas de imagen. Las más habituales son la radiografía cervical, útil para detectar alteraciones estructurales como artrosis o rectificación de la lordosis cervical, y la resonancia magnética, que ofrece una visión más detallada de discos intervertebrales, raíces nerviosas y tejidos blandos. La ecografía musculoesquelética puede ser útil para observar contracturas o lesiones miofasciales. Estas pruebas no siempre son necesarias, pero son fundamentales cuando hay síntomas como dolor irradiado, hormigueo, debilidad muscular o mareos intensos. Una correcta interpretación de los resultados, combinada con la clínica, permite orientar el tratamiento con mayor precisión.
“Tú tienes poder sobre tu mente, no sobre los acontecimientos. Date cuenta de esto y encontrarás tu fuerza”
-Marco Aurelio
Diagnóstico diferencial: no todo dolor en el cuello es cervicalgia
Un aspecto esencial del diagnóstico del dolor cervical es diferenciarlo de otras patologías con síntomas similares. No todo lo que duele en el cuello es una cervicalgia. Algunas afecciones como la cervicobraquialgia, la neuralgia occipital, el síndrome de vértigo cervical, o incluso problemas viscerales referidos (por ejemplo, de origen hepático, gástrico o cardíaco) pueden generar dolor cervical. También existen patologías reumáticas, infecciosas o incluso tumorales que deben ser descartadas en función de los síntomas y la evolución del cuadro. El diagnóstico diferencial evita errores y permite aplicar el tratamiento más adecuado según el verdadero origen del dolor. Por eso, siempre debe estar en manos de un profesional con experiencia y visión clínica amplia.
El valor del diagnóstico integrativo en la cervicalgia funcional
En muchos casos de dolor cervical persistente, los exámenes médicos y las pruebas de imagen no muestran alteraciones evidentes. El paciente sufre, pero no se encuentra una causa clara. Aquí es donde entra el diagnóstico integrativo, propio del enfoque Fiit Concept. Este tipo de análisis tiene en cuenta no solo la estructura física, sino también el estado emocional, la actividad del sistema nervioso autónomo, y las posibles disfunciones viscerales. Por ejemplo, un hígado sobrecargado por estrés puede reflejarse como tensión en el trapecio derecho; una vesícula alterada puede provocar rigidez en la nuca izquierda. Esta comprensión profunda permite detectar factores ocultos que están manteniendo la tensión muscular y orienta el tratamiento hacia la raíz del problema, no solo hacia el síntoma.


¿Quiénes somos?
Somos Iñigo y Roberto Junquera, creadores del portal de contenido de FisioOnline y de Fiit Concept.
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